Las elecciones presidenciales en Venezuela de 2024 representan un momento crucial en la historia del país, enmarcadas en una crisis multidimensional que ha debilitado la institucionalidad democrática. Sin embargo, la esperanza en el voto sigue siendo un elemento vital y dinamizador que mantiene la posibilidad de un cambio democrático a través de un proceso electoral lleno de retos, pero por igual, de oportunidades. Este artículo analiza cómo la esperanza ciudadana en la democracia se convierte en un catalizador poderoso para la participación electoral y la búsqueda de un cambio político, a pesar de las restricciones y desafíos impuestos por el autoritarismo.
Contexto de la crisis venezolana
Desde 2015, Venezuela vive una Emergencia Humanitaria Compleja. De acuerdo con Hum Venezuela, para 2023, más del 80% de su población se encontraba en situación de pobreza. La crisis migratoria es la más grande de las Américas, la plataforma R4V de Naciones Unidas da cuentas de más de 7,7 millones de migrantes, de los cuales, al menos 6,5 millones se encuentran en la región. A esto se suma las violaciones graves de Derechos Humanos, investigadas actualmente por la Corte Penal Internacional como crímenes de lesa humanidad. Asimismo, Venezuela ha sido clasificado como un Estado con espacio cívico cerrado, según el Civicus Report 2023, debido, entre otras cosas, a la amenaza de aprobación de una ley de fiscalización y regularización que podría representar la estocada final a la libertad de asociación, denominada por la sociedad civil como la Ley Antisociedad.
Nuevos autoritarismos: vaciando la democracia desde adentro
Es importante recordar que la fuerza política de turno, liderada por Hugo Chávez y continuada por Nicolás Maduro, llegó al poder utilizando mecanismos democráticos, específicamente a través de elecciones, para ganar el apoyo de una amplia base social. No obstante, una vez se hizo con el mismo, los mismos mecanismos que lo permitieron fueron corrompidos progresivamente para mantener el control del poder y anular la democracia. La manipulación de instituciones democráticas, el uso de recursos estatales para campañas políticas y la represión contra la disidencia y los percibidos como tal, han sido tácticas empleadas para consolidar y perpetuar su poder, erosionando la democracia desde dentro.
El regreso a la arena electoral
En 2021, tanto la ciudadanía como la oposición venezolana decidieron regresar a la arena electoral, nombrando a un Consejo Nacional Electoral (CNE) fruto de un acuerdo político que prometía reinstitucionalizar el ente electoral. Aunque las garantías eran limitadas, fueron suficientes para comenzar a restaurar la confianza en el voto. A pesar que esta nueva conformación de las autoridades electorales fue desplazada, como se explicará adelante, tal proceso de reconstrucción de la determinación electoral de los ciudadanos se fortaleció en 2023 con las elecciones primarias de la coalición opositora, las cuales, a pesar de múltiples obstáculos, lograron repolitizar a la ciudadanía y generar esperanza en un cambio democrático. María Corina Machado emergió como la nueva líder de la oposición tras estas primarias, simbolizando una chispa de esperanza para muchos venezolanos.
Cabe destacar que previo a las primarias, se firmó el Acuerdo Parcial sobre la Promoción de Derechos Políticos y Garantías Electorales (Acuerdo de Barbados), estableciendo condiciones clave para las elecciones presidenciales, como el acceso igualitario a medios de financiamiento y comunicación, y la revisión de inhabilitaciones políticas.
Retos del Proceso Electoral Presidenciales 2024
El proceso electoral de 2024 se desarrolla en un contexto de disminución de garantías y gran persecución a la disidencia. El nuevo -e impuesto- CNE, designado en 2023, también genera ciertas preocupaciones. El proceso electoral enfrenta grandes retos que pueden representarse en 6 puntos claves:
1. Nuevo árbitro electoral: más político que técnico:
En 2023, se nombró un nuevo Consejo Nacional Electoral (CNE), contrariando el acuerdo que llevó a la designación del CNE en 2021 y violando la propia Constitución venezolana, que establece un período de 7 años para las autoridades electorales. Como ya se ha advertido en Ideas por la Democracia, este nuevo ente comicial está marcado por una clara influencia de partidos políticos, especialmente del oficialismo. Uno de los rectores ha denunciado que el nuevo CNE no actúa como un órgano colegiado, sino que muestra una marcada tendencia hacia decisiones unilaterales y partidistas, minando la confianza en su capacidad para llevar a cabo elecciones libres y justas.
2. Inhabilitaciones políticas por vía administrativa e impedimentos en la inscripción de candidatos:
A pesar del acuerdo parcial que establecía la creación de un mecanismo para revisar las inhabilitaciones políticas impuestas por la Contraloría General de la República, estas inhabilitaciones se han mantenido. Este mecanismo debía garantizar que las inhabilitaciones no fuesen utilizadas como una herramienta para silenciar a la oposición. Destacan los casos de María Corina Machado, cuya inhabilitación por vía administrativa fue perpetuada por el Tribunal Supremo; y por igual, el mecanismo de bloqueo del Sistema Automatizado de Postulación que impidió que se formalizara la inscripción de Corina Yoris, primera sustituta designada por Machado y la Plataforma Unitaria, teniendo efectos equiparables a la inhabilitación por la vía de los hechos.
3. Registro Electoral limitado e insuficiente:
La insuficiencia de la jornada especial de inscripción y actualización de datos se hizo notar, tan solo 29 días y 315 puntos limitaron la posibilidad de sincerar el registro electoral. Los venezolanos en el exterior fueron los grandes excluidos de la jornada, en los países en los que hubo jornada, inició de manera tardía. Además, a los venezolanos en el exterior se les impuso requisitos que no figuran ni en la Constitución ni en la Ley de Procesos Electorales, limitando aún más su participación y el ejercicio de los de sus derechos políticos. Las y los venezolanos en el exterior constituyen un número significativo de potenciales votantes.
4. Negativa de observación Internacional e Incertidumbre sobre la acreditación de la observación nacional:
Se retiró la invitación a la Misión de la Unión Europea por parte de Elvis Amoroso, actual presidente del CNE. Colombia y Brasil anunciaron que no iban a observar las elecciones. Aunque se mantiene la observación del Centro Carter y del Panel de Expertos Electorales de Naciones Unidas, este retiro y negación de otros observadores internacionales reduce la auditabilidad del proceso. Hasta la fecha no se ha acreditado formalmente a los observadores nacionales, lo cual genera incertidumbre acerca de su participación no sólo el día de la elección sino en el monitoreo de todo el proceso electoral.
5. Contexto represivo:
Desde la convocatoria de la elección, existe un ambiente de persecución, represión y amenaza a activistas políticos y defensores de derechos humanos. En el desarrollo del proceso, han aumentado los casos de detenciones arbitrarias y desapariciones forzosas, estas acciones buscan generar miedo e intimidación y finalmente afectar la participación política libre y segura.
6. Deuda informativa y uso del aparato comunicacional del Estado para hacer campaña:
El Poder Electoral ha omitido su mandato constitucional de informar de manera oportuna y veraz a la ciudadanía. Además, ha fallado en cumplir su propio cronograma que disponía de una campaña comunicacional de más de 100 días. Paralelamente, se ha permitido al partido de gobierno y a altos funcionarios públicos el uso del aparato comunicacional del Estado, creando un significativo desequilibrio en el acceso a los medios de comunicación. Esta situación transgrede el Acuerdo de Barbados, dejando a la oposición con un acceso muy limitado a los medios, dificultando su capacidad para comunicarse con el electorado.
A pesar de estas adversidades, persiste la esperanza ciudadana en el voto, pero por igual, ha crecido la estrategia política en torno a la ruta electoral. La determinación de los venezolanos de participar en las elecciones, a pesar de las adversidades, refleja una profunda aspiración de cambio político y la convicción de que la expresión ciudadana puede transformar el futuro del país
Lecciones de democratización que sugieren esperanzas para Venezuela: Guatemala en 2023
El reciente caso de Guatemala en 2023, donde el candidato Bernardo Arévalo logró una sorprendente victoria en las elecciones presidenciales, ofrece un ejemplo inspirador de cómo un movimiento democrático puede superar las barreras autoritarias. Arévalo y su partido Semilla lograron unificar diversas fuerzas sociales en torno a un mensaje anticorrupción y pro-democracia.
La experiencia de Guatemala demuestra que, incluso en contextos adversos, es posible lograr un cambio significativo mediante la movilización ciudadana y la defensa del voto. Este ejemplo subraya la importancia de la esperanza y la determinación en la lucha por la democracia, ofreciendo lecciones valiosas para Venezuela y otros países en la región que enfrentan desafíos similares.
Implicaciones de un cambio democrático en Venezuela para la región
Un cambio democrático en Venezuela podría tener profundas implicaciones para toda la región latinoamericana. En primer lugar, serviría como un ejemplo poderoso de que la resistencia pacífica y la participación ciudadana pueden lograr transformaciones significativas incluso en los contextos más adversos. Esto podría inspirar movimientos democráticos en otros países que enfrentan desafíos similares, fortaleciendo así las bases de la democracia en América Latina.
La restauración de la democracia en Venezuela puede debilitar las tendencias autoritarias en la región. El uso del voto y las vías democráticas para lograr con éxito la transición del autoritarismo a la democracia podría enviar un mensaje claro a otros gobiernos autoritarios o con tendencias autoritarias en las Américas de que el poder absoluto no es invulnerable y que la voz de la ciudadanía, expresada a través del voto y otras manifestaciones democráticas, sigue siendo una fuerza poderosa para el cambio.
Conclusión
Las elecciones presidenciales de 2024 en Venezuela, aunque lejos de ser libres y justas, destacan la importancia de la esperanza en el voto como un elemento dinamizador y transformador. La ciudadanía venezolana, a pesar de enfrentar una represión severa y condiciones adversas, sigue apostando por el voto como una herramienta pacífica para lograr un cambio político y democrático. Este proceso no solo es crucial para el futuro de Venezuela, sino también para la estabilidad y la promoción de la democracia en la región. Lo cual demuestra que en Venezuela existe la disposición ciudadana de construir una paz y estabilidad duradera y sostenible que conciba a la democracia como medio para superar la crisis y el conflicto político. Representando un foco inspirador y esperanzador en el mundo de hoy.