Cultura Política y Democracia
Por Juan Manuel Trak
Doctor en Procesos Políticos Contemporáneos por la Universidad de Salamanca. Fue coordinador de investigaciones en el Centro de Estudios Políticos de la Universidad Católica Andrés Bello. Coautor del libro “Crisis y Democracia en Venezuela”
Este artículo es una contribución original escrita para la comunidad electoral (Red Electoral Ciudadana). Gracias al apoyo del proyecto Scere. Curaduría de Héctor Briceño.
La relación entre cultura política y democracia ha sido objeto de múltiples reflexiones e investigaciones. La pregunta fundamental detrás de estos análisis ha girado en torno a si existe un conjunto de creencias, valores y actitudes que contribuyen al surgimiento y/o mantenimiento de la democracia. Gabriel Almond y Sidney Verba, pioneros en el análisis contemporáneo de la cultura política, señalaron que la democracia requería una cultura política coherente con sus principios, es decir, un conjunto de orientaciones proclives hacia el pluralismo y la participación. Por su parte, Inglehart y Wezel señalaron que, si bien la democracia puede ser implementada en cualquier sociedad, su consolidación y funcionamiento dependerán en buena medida de los valores democráticos en esa sociedad. No obstante, tal como indica Diamond (1999), la relación entre cultura política y democracia no es unidireccional; la experiencia de la ciudadanía con la democracia incide en la forma como estos se orientan hacia dicho sistema.
De lo anterior se desprende que la cultura política es un fenómeno complejo, ya que representa la dimensión de la vida social que incide en la relación que establece la ciudadanía con el sistema político. Es importante señalar que la cultura política es un fenómeno colectivo; no son los individuos los que tienen o no cultura, ellos son portadores de un conjunto limitado de creencias, valores y actitudes. La cultura política es la distribución de esas creencias, valores y actitudes hacia los diferentes componentes del sistema en una sociedad dada. Es por tal motivo que los estudios de opinión pública buscan indagar sobre esas orientaciones a nivel individual para luego identificar los patrones representativos de la sociedad en su conjunto.
En este orden de ideas, la cultura política se caracteriza por ser persistente en el tiempo y tener una influencia directa sobre el comportamiento político de las personas. En la medida en que dichas orientaciones sean compartidas por una gran mayoría de la ciudadanía, entonces podemos hablar de una cultura política dominante; por el contrario, cuando las posiciones sobre aspectos fundamentales están divididas, se habla de clivajes sociales o polarización política. En todo caso, como se mencionó previamente, esas orientaciones pueden cambiar como resultado de la experiencia de los individuos con los diferentes elementos del sistema político, sobre todo en contextos en los que ocurren cambios sistémicos profundos.
En este contexto, cabe preguntarse por los cambios y continuidades del apoyo a la democracia en Venezuela desde hace más de 20 años. Es decir, las preguntas que guían este breve artículo son: ¿Cómo ha sido la evolución del apoyo a la democracia en Venezuela desde 1998? ¿Hay cambios en ese apoyo o se mantiene estable? ¿El nivel de apoyo a la democracia es homogéneo en la sociedad, o existen diferencias entre diferentes generaciones? Para tal fin, se hace uso de los datos provenientes de las encuestas realizadas por el Latinobarómetro, los cuales permiten observar la evolución de algunas de las orientaciones políticas más importantes desde mediados de la década de 1990. Estos datos permiten dar cuenta de los cambios en las orientaciones de los venezolanos desde la llegada de Hugo Chávez al poder en 1998 hasta la actualidad.
Continuidades y cambios en los valores políticos venezolanos
Desde principios de la década de los noventa, los venezolanos hemos experimentado cambios sociales y políticos estructurales. La victoria de Hugo Chávez en las elecciones presidenciales de 1998 fue la expresión de esos cambios sistémicos vividos en la década anterior. El colapso del sistema de partidos tradicional, la insatisfacción y pérdida de fe hacia la democracia, permitieron el ascenso del responsable de un intento de Golpe de Estado de 1992. Su liderazgo carismático, el discurso polarizador y populista caló en un contexto en el que la preferencia por un sistema autoritario iba en aumento, mientras que la preferencia por la democracia iba en retroceso.
La paradoja de 1998 es que el proyecto político de Chávez tenía dos caras que apelaban a diferentes sectores. Por un lado, la promesa de una mayor y mejor democracia, más directa, sin partidocracia, con mayor inclusión. Esa promesa fue fundamental para que sectores insatisfechos con el funcionamiento de la democracia representativa, los que se sentían excluidos de un sistema en el que los partidos habían monopolizado o cooptado toda forma de representación. Por otro lado, la promesa de “mano dura”, que apelaba a quienes percibían una decadencia de la sociedad venezolana por la corrupción o inseguridad, estas personas buscaban un “líder fuerte” que pusiera orden, a costa de la democracia. Así, la llegada de Chávez a Miraflores en 1998 es una expresión de esta dualidad de la sociedad venezolana.
Lo anterior es visible en los datos del Latinobarómetro sobre apoyo a la democracia. Cabe señalar que, en los estudios sobre cultura política, el apoyo a la democracia permite identificar si existe consenso sobre la forma como se accede, distribuye y ejerce el poder político en la sociedad. El apoyo a la democracia implica la creencia de que las elecciones libres, justas y auténticas son el medio para que los actores políticos accedan al poder, también supone la existencia de competencia pluripartidista y división de poderes, así como el respeto a los Derechos Humanos y el estado de Derecho.
En este orden de ideas, los datos provenientes del Latinobarómetro permiten identificar si ha habido cambios en las preferencias por el tipo de régimen político en la sociedad venezolana. El Gráfico 1 muestra los resultados a la siguiente pregunta entre 1998 y 2020: “¿Con cuál de las siguientes frases está usted más de acuerdo? :(1) La democracia es preferible a cualquier otra forma de gobierno, (2) En algunas circunstancias, un gobierno autoritario puede ser preferible a uno democrático, (3) A la gente como uno, nos da lo mismo un régimen democrático que uno no democrático.”
En 1998, si bien había un 60% de los venezolanos que favorecían la democracia por encima de otras formas de gobierno, lo cierto es que el 25% prefería un sistema autoritario y el 13% se mostraba indiferente hacia el sistema. De hecho, en 2005, el apoyo a la democracia aumentó a 75%, mientras que la preferencia por un gobierno no democrático cayó a 11% y la indiferencia por el tipo de gobierno pasó a 8%. Esta tendencia se mantuvo hasta el año 2013, momento en el que la tendencia se invirtió.
Así, desde 2013, se observa un decaimiento en la preferencia democrática y un aumento de la indiferencia y el apoyo a un gobierno autoritario. En el caso de quienes dicen que “A la gente como uno, nos da lo mismo un régimen democrático que uno no democrático”, el porcentaje pasó de 4% en 2013 a 25% en 2023. Es decir, uno de cada cuatro venezolanos le da lo mismo el régimen político en el que viven. La misma tendencia, aunque con menos fuerza, es visible en la preferencia por un régimen autoritario. Los datos muestran que, entre 2013 y 2023, esta preferencia pasó de 7.5% a 13%. Sin embargo, los niveles de preferencia por un régimen no democrático no alcanzan los niveles de 1998, que era del 24%.
Reflexiones finales
Los datos que se han presentado en este documento son solo un pequeño esbozo de los cambios en el apoyo hacia la democracia que ha vivido el país. De lo anterior se puede concluir:
- La preferencia por un sistema democrático ha mejorado en el país desde finales de la década de los 90. Entre 1998, el año en que Hugo Chávez fue elegido presidente, y 2005, casi el 25% de los venezolanos consideraba que un sistema autoritario era preferible. Si bien la preferencia por la democracia era mayoritaria, una parte importante de la sociedad venezolana manifestaba una pulsión autoritaria. En este contexto, el mal desempeño de las instituciones democráticas del país vino acompañado por una pérdida de fe en la democracia como sistema. La partidocracia y la crisis de representación fueron el caldo de cultivo para que los venezolanos creyeran que un gobierno “fuerte” iba a mejorar la situación del país.
- Luego del año 2000, hubo un consenso sobre la creencia en que la democracia es preferible, y se sostuvo hasta 2013, momento en que Nicolás Maduro llegó al poder. De allí en adelante, se observa una importante erosión en el apoyo hacia el sistema democrático, sobre todo en los jóvenes, quienes muestran mayores niveles de indiferencia hacia la democracia que las generaciones mayores.
- Esta tendencia no solo se observa en Venezuela, sino en América Latina; los sistemas democráticos de la región muestran importantes deficiencias a la hora de satisfacer las expectativas de los ciudadanos. En el caso venezolano, la frustración proviene de la falta de eficacia de los mecanismos de la democracia para lograr un cambio político y el empeoramiento de la calidad de vida de los venezolanos desde 2013. La instauración de un sistema autoritario, acompañado por una grave crisis económica, social y humanitaria, ha llevado a una parte importante de la ciudadanía a considerar ser indiferente al tipo de sistema político en el que vive, pues perciben que, vivan en el régimen que vivan, su calidad de vida y la posibilidad de que sus demandas sean escuchadas son mínimas.
Así las cosas, la evolución de los valores políticos en Venezuela refleja un panorama complejo, cambiante, y preocupante donde la preferencia por la democracia ha experimentado un retroceso importante. Si bien hubo momentos de mayor apoyo democrático, también se observó un crecimiento de la indiferencia hacia el sistema y un aumento de la inclinación hacia un gobierno autoritario. Estos cambios reflejan los desafíos que enfrenta la sociedad venezolana en busca de un sistema político que satisfaga las expectativas y necesidades de la ciudadanía.